Abro tema y me asombra que nadie lo haya hecho hasta ahora: vieron el nivel de los partidos? Por suerte la chamba esta semana estuvo light y he mirado bastante.
Qué hermoso torneo: canchas llenas de hinchas posta de fútbol que van a mamarse hasta las bolas y cagarse a trompadas, odio de verdad entre los rivales, países chicos dando la sorpresa, recién hoy el primer 0-0.
Mis candidatos son España y Alemania en ese orden. El primero es el que mejor juega y el segundo por ser local tiene la obligación.
La FIFA confirmó la sede de los próximos tres Mundiales, incluidos los partidos de 2030 en Sudamérica
Yo no puedo creer. Tanta disputa en el 2030 que nos conformemos con 1 partido de mierda y para el 2034 no habían candidatos y se lo dan a Arabia Saudita?
Buenas gente no sé si había un tema de esto pero bue. No sé si a ustedes les gusta fórmula 1, en el foro anterior se q había un tema . En fin,estamos llegando a un final de temporada increíble. Hamilton y Verstapen llegan igualados en puntos a falta de una carrera. Algo totalmente impensado, de arranque pensé que iba a ser una campeonato de punta a punta de Mercedes como todos los últimos años. Así que la perfomance y regularidad de red Bulls me sorprendió. Tremendo coche y terrible piloto con Verstapen que tiene todo para ser el mejor. Yo siempre hinche por Ferrari pero la verdad que está en la lona. No le emboca con la mecánica del auto y está tercero lejos de red Bull y Mercedes. Con un mejor coche creo q Leclerc podría competir. En fin soy de Ferrari y quiero q les rompa el culo Verstapen, por qué Mercedes y Hamilton hacen lo que quieren con el auto y cuando quiere n. Hece 3 carreras cuando no podían comprar n red Bull introdujeron un nuevo motor con supuestamente cambios " mínimos" y vuela el auto. En fin ,un final épico.
Este post existía en el viejo foro, si mal no recuerdo lo había armado yo. Era para acordarse de equipos que ganaron todo o que si bien no llegaron a ser campeones eran equipos que deslumbraban por lo bien que jugaban.
En cuanto a los primeros, se me viene a la mente River del Tricampeonato (simpatizo por Boca, pero ese River era un cuadrazo) cuando tenía a Gallardo, Salas, Francéscoli, Berti, Monserrat, Burgos, Bonano, Celso Ayala, Berizzo, Sorín, Escudero, Hernán Díaz, Ortega y varios más. Entre el 96 y 97 ganaron todo o casi todo: tricampeonato argentino, Copa Libertadores, Supercopa y también la Interamericana y la Recopa. Lo único que le quedó en el debe fue la final de la Intercontinental que perdieron contra Juventus.
Otro cuadro que me encantaba verlo era el Boca de Bianchi que ganó todo lo que se le puso adelante; también tenía grandes jugadores a los cuales el "virrey" le pudo sacar el mejor rendimiento: Palermo, los mellizos Barros Schellotto, Delgado, Cagna, Ibarra, Arruabarrena, Samuel, los colombianos Serna, Córdoba y Bermúdez entre otros.
Saliendo del fútbol argentino y yendo más atrás en el tiempo me acuerdo del San Pablo entre el 92 y 93 que dirigía Telé Santana, que tenía jugadores de la talla de Raí (campeón del mundo en U.S.A. 94), Cafú (campeón del mundo con Brasil en 1994 y 2002), Pintado, Palinha, Müller y otros. Bicampeón de América y del mundo derrotando en las finales intercontinentales al Barcelona y al Milan.
Dentro de los otros, los que no salieron campeones pero deslumbraban recuerdo varios como los siguientes que voy a nombrar.
INDEPENDIENTE 96: Dirigía Menotti y pese a que salió segundo atrás del River de Ramón Díaz dio pelea y jugaba muy bien. Me acuerdo que tenía un buen equipo con Mondragón en el arco, Rotchen, el negro Jorge Martínez, Cascini, Matute Morales, Panchito Guerrero y Calderón.
RACING DE CAPPA: En el 98 cuando Boca gana el primer torneo con Bianchi, Racing sale tercero pero jugando bien al fútbol con Ángel Cappa en la dirección técnica. Ese cuadro tenía a Sessa, Ubeda, Michelini, Matute Morales, el Mago Capria, el Chanchi Estévez, Delgado y Latorre.
HURACÁN DE CAPPA: En el 2009, otra vez Cappa dirigiendo a un equipo que si bien no fue campeón deslumbraba como jugaba. Algunos jugadores eran Pastore, Defederico, Nieto, Monzón, Goltz, Bolatti y Toranzo.
ROSARIO CENTRAL DE RUSSO 1997: Otro cuadrazo que no salió campeón. Jugaban bárbaro y en el equipo estaban el negro Palma (40 años en ese entonces y la rompía), Sessa, Carbonari, el Chacho Coudet, Bustos Montoya, el pitufo Marcelo Carracedo, el Polillita Da Silva (goleador del torneo), Loeschbor, Carracedo y Daniel Quinteros.
En cuanto a selecciones, me acuerdo de República Checa en 2004 - semifinalista de la Eurocopa de ese año - Croacia en 1998 con Suker, Boban, Prosinecki y otros; Holanda de 1998 y más recientes Croacia en el último mundial.
Historias... de Fútbol
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La misma jugada de siempre
Arjen Robben se despide seco y directo, del mismo modo que recogía el balón a la línea de cal, preparado para hacer la misma jugada de siempre
Texto: Jorge GinerLa recibe Arjen Robben enganchado a la línea de cal y encara al lateral. Lo mira, lo reta. Y se va de él con facilidad hacia dentro. Sigue su curso por el balcón del área; le aparecen uno, dos, tres defensores y continúa avanzando con el balón enganchado a su zurda en camino perpendicular a la portería. Encuentra el hueco que estaba buscando desde que el esférico cayó en sus pies, golpeo enroscado -marca de la casa- y gol.
No, no es un gol en particular. Son 19 años de fútbol a sus espaldas. Casi dos décadas calcando, fin de semana sí y fin de semana también, la misma jugada. Con pelo y sin él. Vestido de verdiblanco, de rojiblanco, de azul, de blanco, de rojo o de naranja. Con 20 años, con 27 o con 35. Daba igual el contexto, la competición o el equipo en el que gestara la acción, pues el resultado acababa siendo siempre el mismo. Un bucle infinito que nadie supo detener; la Historia de la humanidad, cíclica y periódica, como dicen, en los pies de Arjen Robben.
Y es que desde que debutara en la Eredivisie con la camiseta del Groningen, sin sumar ni 17 primaveras, aquel niño nacido en Bedum que un día descubrió tener solo dos velocidades, “rápido y aún más rápido”, como el propio Robben apuntaba, se empecinó en calcar sobre el césped aquello de “repetir es persuadir con más detalle”, unas palabras que un día salieron de las boca del Duque de Levis, pero que todos nos creeríamos que el propietario original y único de la sentencia fuera el extremo neerlandés. Porque a base de repetir una y otra y otra vez, y tantas como fueran necesarias, consiguió que todos los defensas se convencieran de que era imposible frenarle. Nos persuadió a todos para hacernos entender que por mucho que supiéramos que haría siempre lo mismo, se escaparía de cualquier defensor las veces que hiciera falta. No importaba aprenderse su libreto de movimientos al ejecutar el regate, poner los cinco sentidos en la acción o engancharse a él cual pulpo, siempre se saldría con la suya. Y fotocopiando esa acción hasta la saciedad, con el pasar de los años fue puliendo y mejorando los detalles de su jugada por antonomasia para hacer de ella una de las acciones más temibles del panorama europeo.
Solo así se entiende su constante evolución hasta alcanzar la cima; que pasara de liderar al PSV campeón de liga a ser uno de los puntales de uno de los mejores equipos que haya pasado por la Premier, para después convertirse en el arma de mayor calibre del Real Madrid para contrarrestar el poder de una divinidad diametralmente opuesta. Aunque aquello no fue suficiente en la capital, tenían otros planes en mente, y le tocó volar hasta Múnich para seguir haciendo lo mismo de siempre, con mayor eficiencia que nunca. Y ahí vendrían sus últimos diez años en la élite, sus mejores años, acompañados de títulos a mansalva y éxitos internacionales, la piedra en el zapato del holandés antes de establecerse en la Baviera alemana; una piedra de la que logró desquitarse un mayo de 2013 en Wembley, anotando el gol que culminaría un palmarés de ensueño y un triplete para la historia.
Siguieron pasando los años, hasta este 2019, y Arjen Robben continuó coleccionando triunfos a la vez que le echaba un pulso al fútbol, empecinado él en borrar del césped a los extremos de toda la vida para ubicar en su lugar a ‘falsos dieces’; haciéndonos olvidar a ‘sietes’ u ‘onces’ clásicos, puros, amantes del regate, del desequilibrio, futbolistas con un sello único e inconfundible (“Puedo estar muy orgulloso de eso porque la gente dice que es como mi único movimiento, correr dentro y marcar gol. Es algo que he estado haciendo a lo largo de los años y, bueno, sigue siendo exitoso”), para dejar paso a mediapuntas camaleónicos que se acoplan a los costados con la excusa de tener más espacio a la hora de darle rienda suelta a su imaginación, a un amplísimo repertorio de frivolidades llenas de fantasía.
No sabemos si habrá vuelta atrás, si algún día nos reencontraremos con esta especie en extinción, incansable a la hora de calcar, copiar e insistir en su misma jugada una vez tras otra. Lo que sí sabemos, desgraciadamente, es que el próximo curso, cuando el Bayern de Múnich presente a su nueva plantilla en el Allianz Arena, no aparecerá por ahí el bueno de Arjen Robben. Nos quedaremos huérfanos de su fútbol, huérfanos de casi dos décadas de aventuras arrancando desde la línea de banda, después de una despedida fría, sin excesivo ruido, sin esperar reconocimientos ni envuelto en aires de grandeza. “Lo he estado pensando mucho durante las últimas semanas. Como todos saben, me tomé un tiempo para tomar una decisión bien pensada sobre mi futuro después de mi último partido en el Bayern Múnich. He decidido poner fin a mi carrera como futbolista profesional”. Así, con un escueto comunicado, se despedía del fútbol. Seco y directo, del mismo modo que recogía el balón enganchado a la línea de cal, preparado para hacer la misma jugada de siempre.
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Copa América 1919: Una final sin fin
En la Copa América de 1919 reinó la igualdad entre Brasil y Uruguay. Se necesitaron dos partidos, uno de ellos de 150 minutos, para conocer al campeón
Texto: Jorge Giner“La Asociación Argentina de Football resuelve realizar anualmente un concurso de football instituyéndose al efecto la Copa América. Serán invitadas a adherirse a este proyecto las ligas uruguayas, chilena y brasileña, debiendo enviar en caso afirmativo un equipo para disputar la Copa. Este torneo se efectuará en Buenos Aires, en fecha que con prudente anticipación fijará el Consejo”. De esta manera, con una nota publicada un 16 de octubre de 1913 en el diario La Argentina, tras un proyecto propuesto por el exfutbolista y dirigente de Estudiantes José Susan, arrancaba la historia de la Copa América. Pasarían tres años hasta que la idea de aquella competición entre selecciones sudamericanas diera el salto al césped. Lo hizo en Argentina, en conmemoración de los 100 años de la independencia del país, y a la cita no quisieron faltar los combinados de Brasil, Chile y Uruguay, invitados en aquel escrito.
La primera edición se la llevó la selección ‘charrúa’ y, a raíz de las buenas vibraciones que dejó esa Copa América -denominada entonces Campeonato Sudamericano de Selecciones- , las federaciones de los cuatro países se reunieron para crear en ese mismo 1916 la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). Al año siguiente, repetiría Uruguay como campeona, siendo la anfitriona, y la tercera edición se tuvo que posponer a causa de una epidemia de gripe, la conocida como ‘gripe española’, que brotó por todo el planeta.
Llegó 1919 y la Copa América regresó al césped. Esta vez, sería Brasil la encargada de albergar el campeonato. De nuevo los mismo cuatro países; de nuevo el mismo formato, una liguilla de todos contra todos a ver quién sumaba más puntos. En caso de empate a puntos entre los primeros clasificados, aún sin reglamentaciones modernas como la diferencia de goles, debería disputarse una final para decretar el campeón. Así sucedió en Brasil’19, donde tanto los ‘Charrúas’ como los anfitriones llegaron al último partido del cuadrangular con pleno de victorias y cuatro puntos en el casillero. El ganador del duelo sería el vencedor del torneo, pero hubo tablas después de que Uruguay se le escapara de las manos una ventaja de dos goles. Tocaba repetir el partido.
Tres días más tarde, un 29 de mayo de 1919, el Estádio Manuel Schwartz, más conocido como Estádio das Laranjeiras, que aún sigue en pie y es feudo del Fluminense, aunque por motivos de seguridad habitualmente disputa sus partidos en el Maracaná, volvía a recibir a ambas escuadras -de hecho, fue la sede única del torneo-. Quedaban 90 minutos para saber si continuaría la supremacía de los uruguayos o si alguien, por fin, en este caso los brasileños, sería capaz de romper su hegemonía. Pero aquello no duró una hora y media, qué va. Aquello fue algo eterno. Los porteros, Marcos Carneiro y Cayetano Saporiti, parecían muros de hormigón; los defensas, batallones de guerra; y los delanteros, pobres, no encontraban el camino al gol de ninguna de las maneras.
Así, se consumió el tiempo reglamentario sin tantos que festejar por ninguno de los dos bandos. Empezó la prórroga, y más de lo mismo. Nadie fue capaz de romper el 0-0 en el marcador hasta que se llegó al final del tiempo extra con el partido igualado. Las tandas de penaltis aún no estaban a la orden del día; lo de la moneda al aire, imaginamos, lo vieron algo descabellado para decretar al campeón de un torneo. ¿Cómo podían hacerlo para resolver aquello? Bajo el arbitraje del inglés Robert L. Todd, se decidió que tocaba seguir intentándolo. Media horita más, otras dos partes de un cuarto de hora, a ver si sonaba la flauta y alguien lograba meterla.
Cuando ya habían decidido alargarlo hasta las dos horas y media, solo se necesitaron dos minutos para ver el primer encuentro. En el 122’ apareció Arthur Friedenreich, de quien cuenta la leyenda que marcó más goles que Pelé, para desequilibrar el juego y poner el 1-0 a favor de la ‘Seleçao’. Por suerte, no hubo más goles; a saber qué hubiera pasado si llegaban al final del segundo tiempo extra con empate. Y así, con la primera victoria brasileña en la competición, aquella final sigue siendo el partido más largo que nunca se haya jugado en una Copa América.
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Peter Crouch
El 12 de julio decidió dejar el fútbol uno de los emblemas del fútbol inglés. Con 38 años, Peter Crouch y sus 2,01 metros se despedían de los terrenos de juego
por ROGER FREIXA Y JORGE GINER31/07/2019Peter Crouch (Macclesfield, Inglaterra, 1981) dio una terrible noticia al mundo del fútbol hace apenas unos días. Tras una carrera longeva -acorde a sus 2’01 metros de altura-, el ariete británico decidió poner punto final a su andadura por los terrenos de juego. Con 38 años, ni más ni menos, colgó las botas uno de los delanteros más emblemáticos de la Premier League, un jugador que, sin tener en cuenta los equipos en los que haya militado, la afición inglesa siempre le guardará una gran estima. Tras su última campaña en el Burnley y habiendo disputado alrededor de 700 partidos como profesional -42 con el combinado nacional-, Crouch se marcha dejando su sello a través acciones que ya son historia del fútbol británico. La icónica celebración de robot o el Récord Guiness de marcar goles de cabeza en la liga inglesa (51) forman parte de su legado. A continuación, radiografiamos las diferentes etapas de la trayectoria de este mítico delantero.
VISITANDO EL INFRAFÚTBOL
Formado en las categorías inferiores del Tottenham, a Peter Crouch le pasó lo que a muchos futbolistas antes de asentarse en la élite. Sin opciones para seguir quemando etapas al norte de Londres, tocaba buscar nuevos caminos, nuevas aventuras, tomar un desvío que le llevara exactamente al mismo punto que él deseaba, el fútbol profesional, aunque con paradas en un balompié más humilde, y quizá también más inhóspito. El primer alto en el camino llegó en forma de cesión al Dulwich Hamlet, de la Isthmian League, categoría no profesional, donde apenas pudo celebrar un único tanto en todo el año. Al curso siguiente, volvía a hacer las maletas para vivir su única experiencia en el extranjero. Marchaba cedido de nuevo, esta vez a Suecia, para jugar en el IFK Hässleholm de la cuarta división del país. Y como en el primer préstamo, las cosas no salieron del todo bien. Crouch dejó un triste bagaje de tres goles en su paso por tierras escandinavas antes de regresar a Inglaterra. La historia no comenzaba de la mejor manera, pero aún era pronto para echarlo todo por tierra. El Queens Park Rangers vio algo en él y no dudó en apostar por aquel joven espigado que no encontró fortuna en sus primeros pasos lejos de casa. La jugada le salió bien a Crouch; no tanto a los ‘Hoops’ que cayeron relegados al tercer escalón del fútbol inglés y tuvieron que deshacerse de parte de su plantilla, entre ellos, del gigantón de Macclesfield, que pondría rumbo a Portsmouth para firmar una de las mejores temporadas de su vida, 18 goles en las 37 veces que saltó al césped. La Premier League llamaba a la puerta.DE VILLA PARK A SAINT MARY’S
Los buenos números obtenidos en el Portsmouth le llevaron al Aston Villa en 2001. El club decidió apostar por el joven ariete para fortalecer su delantera, aunque a diferencia de los Peaky Blinders, Peter no logró dejar su sello en Birmingham y acabó saliendo cedido un año y medio después hacia un nuevo club, el Norwich City. Con los ‘Canaries‘ llegó a jugar solamente 15 partidos, en los que anotó cuatro tantos, antes de regresar a Villa Park, donde esta vez haría mejor papel, realizando otras cuatro dianas en la media temporada restante. Tras finalizar la 2003-04, el Southampton se interesó por él y le ofreció más de dos millones de libras al Villa para hacerse con sus servicios, así que ‘Crouchy’ puso rumbo al sur de Gran Bretaña. Aunque los ‘Saints’ acabaron descendiendo a la Championship, el año que realizó Peter fue realmente bueno, llegando a perforar la portería en 12 ocasiones en el campeonato doméstico. Con 24 años y tras pasar por ocho clubes diferentes, Crouch había conseguido alcanzar su mejor nivel hasta el momento en St. Mary’s, lo cual le permitió acabar debutando con los ‘Three Lions’. Tan buena fue su campaña que el Liverpool puso poco más de nueve millones de libras sobre la mesa para llevárselo al norte de Inglaterra. Una nueva aventura le esperaba a Crouch en las filas del reciente campeón de la Champions.EN ANFIELD LLEGAN LOS TÍTULOS
Aunque solo fueron tres años, la relación entre el Liverpool y Peter Crouch dio para mucho. La historia arrancó con 19 partidos de espera para que Anfield pudiera, por fin, celebrar un gol de Crouch con la camiseta ‘red’; no empezó muy bien, vamos. A aquello se le juntó una dura competencia por hacerse con un lugar en el once, pues cohabitó con Cissé, Morientes y Baros, con más nombre que fútbol en su último curso en Merseyside, para formar en el frente de ataque. Y quizá sus números en la Premier supieran a poco, ocho goles en el primer curso, pero en la FA Cup fue determinante con un gol que eliminó al Manchester United en el último suspiro y una asistencia en la final a Steven Gerrard para seguir creyendo en la remontada ante el West Ham. Tras llevarse esa FA Cup, a la vuelta de las vacaciones de verano sumaría su segundo y último título como ‘red’, la Community Shield. De hecho, aquel fue también el último trofeo que levantó en su carrera. Y de ese mismo año, en la memoria ‘red‘ quedarán grabadas dos imágenes de Crouch: el precioso gol de volea ante el Galatasaray y un hat-trick perfecto, el primero de su vida, contra el Arsenal. Aunque el curso acabó de la manera más triste por quedarse a las puertas de ganar la Champions League; hubo vendetta por parte del Milan, recordando aún lo que ocurrió en aquella noche de 2005 en Estambul. Después de esa derrota, el Liverpool vio en Fernando Torres al hombre que necesitaba el club para reforzar su ataque, lo que supuso que, en su último año en Anfield, el gigante inglés perdiera todo el protagonismo que tuvo en cursos anteriores. Tocaba mirar al futuro y el bueno de Crouch lo hizo a su manera, regresando al pasado.IDAS Y VENIDAS
Los 18 goles que había anotado con el Portsmouth en la 2001-02 quizá fueran el motivo por el que el delantero y los ‘Pompey’ cruzaron de nuevo sus caminos seis temporadas después. Y el cuento había cambiado por completo. Mientras el Portsmouth era ya equipo de la Premier, vigente campeón de la FA Cup y con una plaza reservada en la previa de la Copa de la UEFA; Crouch llevaba seis cursos en la élite, jugando en uno de los estadios más míticos del mundo balompédico y habiendo disputado una final de la Champions League. Como en las historias de amor más idílicas, club y jugador se reencontraron cuando más se necesitaban el uno al otro. Puede que aquella segunda etapa solo durase un año, pero fue el tiempo suficiente para que Crouch volviera a sentirse importante, para que el Portsmouth se mantuviera una campaña más en la máxima categoría del fútbol inglés gracias, en parte, a los diez goles de ‘Crouchy’, y para que el club del sur de Inglaterra disfrutara de su primer año en Europa, clasificándose a la fase de grupos de la UEFA. ¿Efímero? Seguro. Pero el Tottenham se interesó en él y, como ocurrió un año antes, Crouch, que nunca llegó a debutar con los ’Spurs’, vio la oportunidad de hacerlo una década después de salir cedido por primera vez del cuadro londinense. En sus dos años en White Hart Lane, Peter Crouch fue un habitual en las alineaciones de Harry Redknapp, aunque sus registros goleadores se quedaron en apenas 12 goles en 72 participaciones en la Premier League; escaso bagaje comparándolo con sus buenas actuaciones en la Champions League 2010-11, que, con cuatro tantos, fue decisivo para que los ‘Spurs’ llegaran hasta cuartos de final, ronda en la que cayeron eliminados por el Real Madrid. Al final, sumó apenas 24 tantos en los dos años en los que estuvo de vuelta en casa. Así, Crouch se despedía de nuevo del club que le formó, esta vez de manera definitiva, para llegar al que sería su segundo hogar en el mundo del fútbol.DULCE TRANSICIÓN AL RETIRO
El 31 de agosto de 2011, tras haber empezado ya la temporada con los ‘Spurs’ y habiendo disputado un encuentro, el Stoke City desembolsó una cantidad superior a los diez millones de libras para hacerse con los servicios del gigante inglés. Su fichaje supuso un récord histórico para el club, puesto que fue la compra más cara que habían hecho nunca los ‘Potters’. Durante su primera campaña, bajo el mando de Tony Pulis, fue nombrado mejor jugador del año del club, un galardón que pudo lograr gracias a sus diez tantos en la Premier. Probablemente, la 2011-12 fue una de las mejores temporadas de su trayectoria, ya que también consiguió alcanzar la friolera cifra de 100 goles en la categoría y, en un partido frente al Manchester City, marcó uno de los tantos más bonitos de toda su carrera -una volea desde tres cuartos de campo que sorprendió a Hart y se coló en el fondo de las mallas-. Durante los tres próximas cursos, Crouch siguió siendo el líder del ataque del Stoke, llegando a marcar alrededor de ocho tantos en liga en cada una de ellas, además de contribuir con diversas asistencias. Sufrió pocos percances hasta 2015, aunque se podría destacar una patada que le propició Coloccini que le hizo perder varios dientes o una expulsión por doble amarilla -con una diferencia de menos de dos minutos entre ambas- en un partido de copa frente al Southampton. A principios de 2015, logró superar al mítico Alan Shearer como jugador con más goles de cabeza en la Premier, obteniendo de esta manera un Récord Guiness que aún sigue bajo su poder, con 51 testarazos hacia la red. Ya en la 2015-16, cuando el técnico Mark Hughes cumplía su tercer año al frente del banquillo ‘potter’, Crouch no siguió manteniendo el elevado rendimiento que había mostrado durante las temporadas anteriores, lo cual le llevó a disputar solamente once partidos ligueros. Aun así, en la 2016-17 volvió a ser el delantero que tantas alegrías había dado en el Britannia Stadium -rebautizado ya como Bet365 Stadium- y fue capaz de anotar siete dianas certificando otro año más en la primera división inglesa.EL ADIÓS DEL GIGANTE INGLÉS
En la 2017-18 se torcieron las cosas. Los cinco goles de Crouch no le sirvieron de mucho a un Stoke que quedó en decimonovena posición y acabó perdiendo la categoría. El descenso provocó que ‘Crouchy’ empezara una nueva andadura por la Championship a sus 37 años, una aventura que tan solo duró seis meses, puesto que este pasado enero decidió hacer las maletas y despedirse de la afición rojiblanca tras ocho temporadas defendiendo sus colores. Se marchó como una leyenda de la hinchada ‘potter’ para volver a la Premier League, esta vez con la camiseta del Burnley, equipo con el que ha disputado seis discretos partidos durante el 2019 antes de poner el punto final a su extensa trayectoria.El momento de su adiós definitivo se produjo el 12 de julio, cuando oficializó que colgaba las botas a través de las redes sociales. Uno de los mayores emblemas del fútbol inglés del siglo XXI se retiraba y ya solo nos quedará su recuerdo, el recuerdo de un jugador que, sin ser una estrella mundial, ha causado furor allá adonde ha ido. Portsmouth, Liverpool, Tottenham o Stoke son algunos de los clubes que más echarán de menos a la jirafa de Macclesfield y sus goles. Con 38 años, los simbólicos 2,01 metros de altura de Crouch ya han pasado a la historia del fútbol británico.
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Muerte al traidor por Aitor Lagunas
Lutz Eigendorf fue uno de los 500 deportistas que desertaron de la RDA a finales de los 70. Su vida acabó a los 26 años tras ser asesinado por la Stasi
Americana azul, camisa desabrochada, corbata suelta y gabardina al hombro. Las imágenes de televisión grabadas el 19 de marzo de 1979, a la llegada del Dynamo Berlín a Kaiserslautern, muestran a un futbolista con aspecto incómodo y pelo alborotado. El mismo que salta al terreno de juego unas horas después. La cámara lo registra de nuevo con cara de fastidio, mientras protagoniza un gesto premonitorio: se estira la casaca roja del Dynamo, como si le quedara pequeña. A Lutz Eigendorf le oprime el sistema político de la República Democrática Alemana, le asfixia el Muro que convierte en prisioneros a sus 16 millones de ciudadanos. Por eso aprovechará aquel amistoso contra la RFA para desertar.Al día siguiente, el autocar de regreso a Berlín Oriental se detiene para hacer unas compras. Eigendorf esprinta hacia un taxi. Él, un centrocampista defensivo al que apodan el ‘Beckenbauer del Este’, se escapa de la marca más pegajosa que pudo soñarse. Los servicios secretos de la Alemania comunista, con un agente por cada seis habitantes -mil veces menos que la KGB soviética o la Gestapo nazi- no advierten el regate del centrocampista. Su mujer y su hija recién nacida quedan al otro lado del muro. Como Erich Mielke.
A partes iguales la persona más odiada y temida de la RDA, Mielke encarnaba lo peor del régimen de Berlín-Este. Desde un bloque granítico de la Normannenstrasse, el viejo estalinista lo veía todo, lo oía todo y lo sabía todo gracias a los 200.000 colaboradores de la Stasi, la policía política. Y, para desgracia de Eigendorf, le encantaba el fútbol. Unos 500 deportistas desertarían de la RDA pero ninguno obsesionó tanto a Mielke como el ‘Beckenbauer del Este’, porque a la traición al país se le sumó otra de carácter personal: además de Ministro de Seguridad, Mielke ostentaba la presidencia del propio Dynamo berlinés.
Al finalizar la década de los 70, cuando la RDA perfilaba su declive económico y político, Mielke se propuso extender su poder a los terrenos de juego. Y lo logró: la deserción de Eigendorf empañó el primero de los diez títulos ligueros consecutivos que atesoraría el Dynamo. No hace falta demasiada fantasía para imaginar qué papel desempeñó la imparcialidad arbitral en aquella secuencia triunfal. “Era un fanático del fútbol”, reconoce un ex alto cargo de la Stasi, “le encantaba tenerlo todo bajo control”.
Eigendorf lo sabía. Tras superar un año de vergonzante sanción de la UEFA por abandonar su país, firmó dos modestas campañas en el Kaiserslautern. Pero su carrera se estancó, víctima de la agobiante red tejida desde el otro lado del Muro para controlarle. Más de 50 agentes se turnaron en la vigilancia de su entorno, algunos con misiones especialmente cínicas. Uno de ellos, nombre en clave Klaus Schlosser, logra convertirse en su mejor amigo; otro, en Berlín-Oriental, convence a su esposa de no seguir los pasos del futbolista. ¿Cómo? Enamorándola y casándose con ella.
En el verano de 1982, Eigendorf ficha por el Eintracht Braunschweig y funda una nueva familia. “Le aterraba la posibilidad de que la Stasi le secuestrase”, recuerda su segunda esposa. Unos meses después, Eigendorf critica a la RDA en la televisión germano-occidental, en unas declaraciones realizadas ante el propio Muro de Berlín. El viejo Mielke enloquece de rabia y ordena la misión Tod dem Verräter, muerte al traidor. La madrugada del 5 de marzo de 1983 el Alfa Romeo de un Eigendorf supuestamente envenenado se estampa contra un árbol. El futbolista fallece a los 26 años. Ese mismo día, su falso amigo Schlosser recibió de la Stasi 500 marcos de gratificación. Hoy lleva una apacible vida de comercial en Renania.
Eigendorf y su esposa, antes de desertar
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Costa Pereira: el guardavallas del glorioso Benfica de los 60
Uno de los protagonistas del periodo dorado que vivió el Benfica desde mediados de los 50 hasta finales de los 60. Su palmarés es extensísimo figurando entre otros trofeos dos Copas de Europa, ocho ligas o cinco Taças de Portugal. La gran espina clavada a lo largo de su carrera fue no acudir a ningún mundial de fútbol con el equipo nacional. Nacido el 22 de diciembre de 1929 en Nacala (Mozambique), fue un guardameta espigado, ágil, con grandes reflejos y muy valiente. Si tenía el día era una odisea lograr batirle, pero sus grandes actuaciones las combinaba con errores garrafales que costaban goles a su equipo.
Empezó a jugar en las filas del Ferroviario de Lourenço Marques mozambiqueño hasta que con 24 años un ojeador del Benfica lo llevó a Lisboa para fichar por el conjunto encarnado. Pronto se hizo con el puesto y en su segunda temporada en el club estrenó su brillante palmarés. El Benfica consiguió un gran doblete de liga y copa tras superar a Os Belenenses por mejor diferencia de goles en el torneo doméstico y derrotar por 2-1 al Sporting en la final de la Taça.
En 1956 hubo sequía de éxitos en la institución lisboeta pero en 1957 recuperaron la senda de triunfos con otro doblete. En esta ocasión dejaron al Oporto a un punto en la Liga mientras que en la Taça doblegaron al Sporting da Covilha por 3-1 en la final celebrada en el Estadio Nacional. El cuadro benfiquista dirigido entonces por Otto Glória estaba formando un plantel extraordinario en el que ya figuraban hombres claves de presente y futuro como Ángelo Martins, Cavém, Coluna o José Aguas.
Las dos siguientes temporadas no pudieron revalidar el título liguero tras quedar por detrás de Sporting y Oporto y el único triunfo que llegó a las vitrinas de la entidad fue la Taça de 1959. Costa Pereira no jugó la final pero el Benfica se impuso por la mínima al Oporto con un solitario gol de Cavém en el primer minuto.
Con el inicio de la década de los 60 llegaron al primer equipo futbolistas como Simoes, José Augusto, Germano o Eusebio, que dieron un salto cualitativo a la escuadra. Lograron la supremacía en su país con la obtención de dos ligas de forma consecutiva en 1960 y 1961 y lo redondearon proclamándose campeones de Europa en 1961 y 1962. En la primera dejaron en el camino al Hearts escocés, el Ujpest Dozsa húngaro, el Aarhus danés y el Rapid de Viena austriaco, para llegar a la gran final. En ella se vieron las caras con el temible F. C. Barcelona de Ramallets, Kubala, Kocsis, Czibor, Luis Suárez. Los postes y la fortuna se aliaron del lado de los benfiquistas, que acabaron venciendo por 3-2 y levantando el trofeo. El entonces entrenador Béla Guttmann alineó aquella tarde a Costa Pereira, Mario Joao, Germano, Angelo Martins, José Neto, Fernando Cruz, José Augusto, Santana, José Aguas, Coluna y Cavém.
En la segunda continuaron siendo inabordables para el resto de conjuntos europeos, deshaciéndose consecutivamente del Austria de Viena, Núremberg y Tottenham Hotspur en su camino hacia la final en Ámsterdam. Eusebio ya se había hecho con la titularidad y era uno de los mejores futbolistas del continente. Su contrincante por el título fue otro equipo español repleto de leyendas, el Real Madrid de Puskas, Gento, Di Stéfano, Santamaría, Del Sol. El duelo empezó mal y Puskas batió en apenas cinco minutos en dos ocasiones a Costa Pereira. José Aguas y Cavem pusieron la igualada, pero Puskas dio ventaja al Real Madrid antes del descanso. En la segunda parte, los pupilos de Guttmann fueron un ciclón y en veinte minutos marcaron tres goles, con los que ganarían el partido por 5-3, reteniendo el trofeo de campeones europeos. La formación para la historia del club encarnado la integraron Costa Pereira, Mario Joao, Germano, Angelo Martins, Cavém, Fernando Cruz, José Augusto, Eusebio, José Aguas, Coluna y Simoes. Además, los dos entorchados continentales les permitió disputar el trono de mejor equipo del mundo, pero en ambas ocasiones cayeron derrotados: por Peñarol en 1961 y por el Santos de Pelé en 1962.
La salida del técnico Guttmann y su maldición les impidió volver a reinar en el continente, aunque en su país siguieron coleccionando trofeos. Ganaron la Taça en 1962 y 1964 a Vitoria Setubal y Oporto y conquistaron la liga en tres cursos consecutivos (1962-1963, 1963-1964, 1964-1965). También perdieron dos finales de Copa de Europa: en 1963 por 2-1 contra el Milán en Wembley y en 1965 por 1-0 ante el Inter, tras un fallo estrepitoso de Costa Pereira en un tiro de Jair.
La última campaña del guardameta de Nacala en activo fue la de 1966-1967, marchándose con un gran sabor de boca después de obtener la liga al aventajar el Benfica en la tabla en tres puntos al Académica y en cuatro al Oporto. Costa Pereira colgó las botas con 38 años después de disputar más de 250 partidos en 12 campañas con las Águilas.
Con la selección portuguesa fue internacional durante una década, jugando un total de 22 partidos. Debutó en un amistoso ante Inglaterra el 22 de mayo de 1955. Fue un encuentro histórico celebrado en Das Antas, puesto que derrotaron por primera vez en la historia a los ingleses por 3-1. José Aguas Matateu, Travassos, Passos y Pedroto fueron algunos de los jugadores que lograron la hazaña en aquel duelo junto al guardameta mozambiqueño.
A partir de entonces, Costa Pereira se hizo con el puesto en la portería y fue fijo los siguientes encuentros, todos de carácter amistoso, disputados ante Suecia, Turquía, España y Hungría. Sin embargo, la llegada al cargo de José Maria Antunes le relegó a un segundo plano y estuvo tres años y medio sin acudir a una convocatoria (1956-1959). Volvió para un partido contra Francia en Colombes que Portugal perdió por 5-3 y no se enfundó la camiseta del equipo nacional de nuevo hasta 1961.
Armando Ferreira era el nuevo seleccionador y decidió contar con él para la fase de clasificación del Mundial de Chile 1962. Portugal se jugó un billete con Inglaterra y Luxemburgo, pero finalmente no pudo obtenerlo. Costa Pereira disputó los cuatro encuentros, en los que Portugal ganó por 6-0 en casa frente a Luxemburgo, empató a uno con Inglaterra en Lisboa,y cayó en la visita a tierras luxemburguesas por 4-2 y a Wembley por 2-0.
Antes del mundial perdieron con Brasil por la mínima en dos duelos preparatorios, y unos meses más tarde iniciaron el camino para la Eurocopa de 1964. El sorteo les deparó como rival la Bulgaria de Asparuhov, Kolen, Yakimov, un conjunto en alza. En la ida cayeron por 3-1 y en la vuelta el resultado fue idéntico a favor de los portugueses. Por ello tuvo que celebrarse un partido de desempate con sede en Roma. Allí, la estrella búlgara Asparuhov batió a Costa Pereira y el equipo portugués resultó eliminado en su intento por llegar a la fase final de la Eurocopa.
Los últimos duelos de Costa Pereira con Portugal fueron tres amistosos contra enormes adversarios: Brasil, Inglaterra y España. Y un choque de la clasificación para el Mundial de Inglaterra 1966, consiguiendo la victoria ante la verdeamarela y el equipo español, sucumbiendo contra los ingleses y aplastando a Turquía por 5-1 en partido correspondiente al Grupo 4 de la calificación europea.
Para la Copa del Mundo, el técnico Otto Glória se llevó a los cancerberos Américo (Oporto), Carvalho (Sporting) y José Pereira (Belenenses), que le dejaron sin hueco en la lista. Su sueño de asistir a la competición futbolística más importante se le escapó para siempre.
El Benfica le realizó un partido homenaje el 10 de octubre de 1967 en el que se enfrentaron al Real Madrid, finalizando el choque con empate a dos tantos. Falleció en Lisboa el 25 de octubre de 1990 a los 60 años.
- Alberto Cosín.
Costa Pereira juega con pequeños admiradores en las calles de Liverpool, cuando ya hacía un año que se había retirado de las canchas, previo a un partido benéfico jugado en esa ciudad.
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JOSEF BICAN, MÁXIMO GOLEADOR DE LA HISTORIA
por Frichu Yustas en Futbolretro.es
Josef Bican es, en la actualidad, y con permiso de lo que puedan conseguir en un futuro próximo jugadores como Cristiano Ronaldo o Leo Messi, el máximo goleador de la historia. En encuentros oficiales logró 805 goles, en "apenas" 530 partidos, superando los 767 goles de Pelé y los 772 de Romario, sus más inmediatos seguidores en la lista de los máximos goleadores de la historia.Josef Bican nació en Viena, el 25 de septiembre de 1913, en el seno de una familia trabajadora, muy humilde. En su infancia vivió las penurias propias de la Primera Guerra Mundial, en la que su padre se vio obligado a participar, alistado en el ejército austriaco, y a la que sobrevivió, muriendo al poco de finalizar el conflicto por un cáncer de riñón.
Una infancia difícil
“Pepi” Bican, como tantos otros niños de la época, empezó a jugar al fútbol descalzo, para no estropear los únicos zapatos de los que disponía, por las calles de los barrios más pobres de la capital austriaca. Allí, descubierto casualmente por un entrenador, fue captado por el Hertha de Viena, club en el que también había jugado su padre en su juventud. A los dieciocho años fue fichado por el Rapid de Viena y firmó entonces su primer contrato como futbolista profesional.En el Rapid logró la cifra de 52 goles en 49 partidos, siendo fichado por el Admira vienés, con un contrato que duplicaba lo que cobraba en el conjunto verdiblanco. Con la selección austriaca, un equipo que en la época era conocido como el “Wunderteam” (el equipo de ensueño). Además, en el año 1934, fue máximo goleador de la liga austriaca y disputó el Mundial de Italia, en donde la selección de su país natal finalizó en una meritoria cuarta posición. La mejor clasificación mundialista de Austria en toda su historia.
En 1938, cuando Hitler anexiona a Austria, Josef Bican, se niega a afiliarse al partido nacionalsocialista, al que había criticado públicamente en más de una ocasión, y huye del país ante la evidente posibilidad de ser detenido, estableciéndose en Praga, en la vecina Checoslovaquia. Fichando entonces por el que sería el club más importante de su carrera deportiva, el Slavia.
Pero el avance de las tropas de Hitler proseguía y con la llegada del ejército nazi al país, y el nacimiento del Protectorado de Bohemia y Moravia, es el fútbol el que le salva de ser detenido como opositor al régimen colaboracionista pronazi de la nueva nación y también de ser reclutado para el ejército. Con el fútbol con poca actividad, casi parado por la guerra, Bican desarrolló diversas tareas en la compañía ferroviaria nacional, aunque llegó a jugar un encuentro con la selección “nacional” del Protectorado y alguno más, de carácter amistoso, con su club.
Josef Bican rechaza a la Juventus
Tras la derrota de los alemanes en la Segunda Guerra mundial, Josef Bican se nacionalizó checoslovaco. Tuvo una oferta en 1948 para fichar por la Juventus, pero la rechazó al correrse el rumor de que en Italia se iba a proclamar una república comunista, y Bican, demócrata convencido, temió padecer una dictadura más. Dijo no a la Juve y se quedó en Praga.Pocos meses después, fue el Partido Comunista Checo y Eslovaco, dirigido por Klement Gottwald, el que tomó el poder del país, aboliendo y prohibiendo el resto de partidos y gobernando el estado de forma dictatorial. Bican se negó a afiliarse al partido comunista y, desprestigiado por la prensa del nuevo régimen (los medios le acusaron de “burgués” y “traidor”), se vio obligado a abandonar Praga por recomendaciones de los nuevos dirigentes, “por su propia seguridad”.
Se marchó de la capital, instalándose en Viktovice, donde compaginó su trabajo en la siderurgia con el fútbol, jugando en el equipo local, el Zelezamy. Su manifiesta posición anticomunista hizo que se le prohibiera jugar al fútbol durante unos meses, con el objetivo de apartarle de “los medios”, pero su presencia en la selección era necesaria, y se acordó buscarle un destino que estuviera lejos de los focos mediáticos de la capital, pero que le permitiera seguir en forma para defender la camiseta de la selección nacional cuando fuera preciso.
Así, se le tramitó nuevamente ficha federativa y se le obligó a cambiar de ciudad y jugar con el modesto Hradec Králové, mientras simultáneamente (en contraposición con otros futbolistas de élite que sí se habían afiliado al partido comunista y que, por tal razón, podían dedicarse exclusivamente al fútbol) trabajaba de peón para la compañía ferroviaria checoslovaca.
Regreso al Slavia y retirada
Pero todo cambió en 1953, durante la celebración del Día del Trabajo, en la que el presidente checoslovaco, Antonin Zapotocky salió, como era costumbre, a recorrer las calles de Praga para darse un baño de multitudes en honor al régimen que gobernaba la nación. No fue así, la gente, a modo de velada protesta gritaba “Bican, Bican…”. Eso motivó que el propio presidente ordenara que el delantero regresara al Slavia, que por aquellos entonces ya se llamaba Dynamo, con plena dedicación al fútbol, con el fin de contentar al pueblo y de que no pudieran usar a un personaje socialmente relevante como símbolo de opresión o lucha alguna.Bican jugó en ese equipo hasta su retirada a los cuarenta y dos años. Luego, el régimen le obligó a volver a abandonar Praga y a seguir trabajando para la compañía ferroviaria. En su carrera deportiva, además de ser el máximo goleador de la historia, fue 6 veces internacional con Austria, 1 con Bohemia y Moravia y 14 con Checoslovaquia. Fue una vez máximo goleador de la liga austriaca, la antes referida en 1934, y diez veces de la checoslovaca, entre 1938 y 1950.
Bican fue un ariete completísimo. Un nueve extremadamente veloz (en sus inicios compaginó el fútbol con el atletismo, siempre en pruebas de velocidad, consiguiendo varias medallas en campeonatos juveniles en la especialidad de los cien metros lisos), un jugador que le pegaba con ambas piernas, fuerte, con gran técnica, buen remate de cabeza y muy eficiente dentro del área. Además, fue un especialista desde los once metros, donde transformaba los penaltis con una tremenda facilidad, siempre tirando a romper y ajustados a un poste, llegó a conseguir marcar más de una treintena, en su época del Slavia, sin fallar ninguno.
En definitiva, un delantero centro de lo más importantes que dio el fútbol aunque esto no impidió que Josef Bican muriera en una situación económica precaria en 2001, a los ochenta y ocho años de edad. Tras la caída de la dictadura comunista, fue rehabilitado por el nuevo régimen democrático, instaurando en su honor los premios “Libertad”, los más prestigiosos que concede cada año el gobierno checo en diferentes disciplinas relacionadas con la cultura, el deporte y la defensa de los derechos humanos.
Máximos goleadores de la historia del fútbol
Josef Bican: 805 goles en 530 partidos.
Romario: 772 goles en 965 partidos.
Pelé: 767 goles en 842 partidos.
Ferenk Puskás: 746 goles en 754 partidos.
Gerd Müller: 735 goles en 762 partidos.
Cristiano Ronaldo: 725 goles en 996 partidos.
Lionel Messi: 692 goles en 851 partidos.
Ferenk Déac: 576 goles en 378 partidos. -
¡¡Tuya Héctor!!
El crack que jugó para Uruguay gracias a una encuesta y murió a los 33 años por un gol errado
Tito Borjas fue fundamental en el título olímpico de la Celeste en 1928, cuando patentó una frase que en su país se hizo parte de la cultura popular. Ya retirado, desoyó el consejo de los médicos y fue a ver un partido de su equipo. Su corazón no lo resistió. La perturbadora coincidencia con un cuento de Roberto Fontanarrosa
Por
Federico Kotlar
12 de Febrero de 2022Tito Borjas sabía que en la decisión sobre lo que haría ese 19 de diciembre de 1931 podía irle la vida. El consejo del doctor no dejaba lugar a dudas: tenía que evitar los grandes esfuerzos y las emociones intensas. Y no solo ya no podía jugar al fútbol, sino que bajo ningún aspecto podía ir a ese partido en el que Wanderers tenía chances de ser campeón, porque había altas posibilidades de que su corazón maltrecho no aguantara. Pensó en la vida después del retiro y en lo cerca que estaba el olvido de sus hazañas. Entrevió cómo empezaba a alejarse la gloria conseguida en Amsterdam y adivinó la ingratitud de los que alguna vez lo habían idolatrado. Pensó también, como todos los días, en ese hermano al que parecía haberse tragado la tierra en Buenos Aires. En lo efímero que podía ser todo. Cada vez se sentía más seguro de que estaba obligado a correr el riesgo para ver en la cancha a sus compañeros ganar el título en 1931. Aunque eso pudiera costarle la vida. Faltaban apenas cuatro días para que cumpliera 34 años.
René Tito Borjas había nacido en 1897 en Minas, en el departamento de Lavalleja, en el seno de una familia típica de clase media uruguaya de esos años. Desde muy chico se destacó por sus condiciones para jugar a la pelota, en un país que empezaba a dominar la escena del fútbol mundial.
Llegó así a Uruguay Onward, equipo que en los años 20, cuando todavía reinaba el amateurismo, alcanzó a participar en la Primera División. No tardó en destacarse como uno de los grandes futbolistas del campeonato, pero todavía le faltaba dar otro salto en su carrera.
“Él era el mejor en Uruguay Onward, que tuvo una actuación preponderante, pero en 1922 se produce un cisma en el fútbol uruguayo. Al año siguiente Wanderers lo trae con otros jugadores y de entrada, sale campeón”, le cuenta Manuel Paredes, abogado especializado en violencia doméstica y a la vez historiador del equipo del tradicional barrio del Prado de Montevideo, a Infobae.
La división en el fútbol charrúa implicó que hubiera dos asociaciones: por un lado la Asociación Uruguaya de Football (AUF), que existe hasta nuestros días, y por otro la Federación Uruguaya de Football (FUF). Wanderers presentaba equipos en los dos campeonatos que se celebraban a la par, aunque en el de la FUF su denominación era la de Atlético Wanderers, donde militaba Borjas.
Dentro de un fútbol de estrellas, Tito era “el delantero más completo de la época”, según define Paredes. En 1925 se destacó además en una extensísima gira que realizó Nacional por Europa, insólita desde los parámetros actuales: abarcó a nueve países y duró 190 días, en los que se jugaron 38 partidos.
Borjas fue convocado para reforzar el equipo, algo usual por aquellos años: llegó en el medio del periplo para reemplazar a Pedro Petrone, campeón con Uruguay en los Juegos Olímpicos de París en 1924, que se había roto los meniscos en un amistoso contra el Barcelona. En los 12 partidos que jugó, Tito convirtió nada menos que 16 goles.
Desde 1923 integraba la selección, aunque por la situación institucional en el fútbol de su país representaba al equipo de la Federación Uruguaya de Fútbol. A partir de 1926, cuando solo quedó la AUF, de entrada pegó con la Celeste el grito de campeón en el Sudamericano de Chile.
Sin embargo, dos años después, cuando se formó el plantel que iba a defender en Amsterdam el título olímpico en fútbol, los dirigentes no estaban seguros sobre a qué centrodelantero llevar y tomaron una medida curiosa. “Decidieron -cuenta Paredes- que fuera la gente la que lo eligiera con una encuesta en la revista Mundo Uruguayo, que era de consumo masivo porque traía todo para hombres, mujeres y niños”.
Los números son asombrosos: en un Uruguay que tenía una población cercana a los dos millones de habitantes, se registraron más de 140 mil votos y el ganador fue Borjas, con 52.134, seguido por 47.037 de Pedro Cea, luego campeón en el Mundial de su país.
La tapa de la revista uruguaya que fue clave para la llegada de Borja a la Celeste. Una influencia mediática decisiva para su carrera
La tapa de la revista uruguaya que fue clave para la llegada de Borja a la Celeste. Una influencia mediática decisiva para su carrera
Tito tenía espíritu bromista y fue uno de los que sostuvo el ánimo de sus compañeros en el largo viaje en barco a Europa. A Roberto Figueroa, que también jugaba con él en Wanderers, le hizo creer que el barco iba a dar un salto cuando atravesara la línea del Ecuador. “Figueroa trató de aguantar despierto para saber si era cierto, pero en cierto momento se quedó dormido. Después Borjas le decía que se había perdido el saltito”, comenta Paredes.En Amsterdam se construyó una nueva coronación uruguaya, en la que Borjas tuvo un papel clave por partida doble. Por un lado, porque le dio la asistencia a Héctor Scarone para lograr el 2-1 definitivo en la final contra Argentina. Por otro, por la frase que pronunció al momento de dar el pase decisivo.
“Tito Borjas salta, le gana a Paternoster y peina la pelota mientras grita ‘¡Tuya, Héctor!’, sabiendo que a su espalda llega Scarone. El relato de esa jugada se mantuvo por generaciones y es una demostración de cómo el fútbol, sobre todo en el Río de la Plata, construye idioma a partir de ciertas expresiones. Es como decir ‘ahora te toca a vos’ o cuando se le pasa una responsabilidad a otra persona en cualquier orden de la vida”, comenta a Infobae el escritor uruguayo Sebastián Chittadini.
Aquel “Tuya, Héctor”, algo en desuso en la actualidad, se utilizó durante años en diferentes situaciones y aparece por ejemplo en “Cuando juega Uruguay”, la canción de Jaime Roos para alentar a la Celeste. “En el momento de darles paso a los músicos, Jaime dice ‘Tuya, Héctor’ y es un guiño futbolero también”, explica Chittadini, que remarca: “Es curioso que esa frase que usó Tito Borjas y que de algún modo opacó su enorme carrera, se dio en el que terminó siendo su último partido oficial con la Celeste”.
Al volver de Amsterdam, los campeones se encontraron con un recibimiento multitudinario en el puerto de Montevideo. Borjas atravesaba los que debían ser sus días más felices, pero el panorama de su vida se empezó a volver cada vez más sombrío.
Una situación personal lo aquejaba e hizo que su carácter se volviera tristón, a pesar de su tendencia bromista. Llevaba un tiempo largo sin tener noticias de uno de sus hermanos, que había viajado a Argentina. “Él estaba obsesionado con eso y lo afectó toda su vida. El hermano con el que tenía más vínculo se fue hacia Buenos Aires en un emprendimiento personal con un socio y ninguno de los dos regresó. Nunca se supo nada más de ellos. Posiblemente fueron asesinados los dos”, comenta Paredes.
Al mismo tiempo, empezó a sufrir recurrentes dolores en el pecho. Pese a que, según recuerda Paredes, Tito tenía una muy buena conducta para una época en la que era habitual que los jugadores fumaran y tomaran alcohol sin demasiadas restricciones, el físico lo abandonó cada vez más y su nivel decayó, tanto que se quedó afuera de la Celeste que ganó el Mundial de 1930 en el Estadio Centenario de Montevideo.
Llegó todavía en 1931 a jugar algunos amistosos con la selección ante equipos húngaros, pero en una práctica antes de un partido frente a Nacional los médicos de Wanderers finalmente diagnosticaron que Borjas sufría un problema cardíaco y le informaron una noticia durísima: debía abandonar el fútbol.
Mientras Tito descansaba, la vida seguía y la buena marcha de Wanderers en el campeonato también. El Bohemio estaba cerca de conseguir su cuarto título e iba a visitar en la última fecha a Defensor en Parque Rodó. Necesitaba un triunfo para asegurar la consagración, ya que el escolta Nacional estaba a apenas un punto de distancia.
Por su problema de salud, Tito tenía prohibido asistir al estadio. Pero en un telegrama a sus compañeros antes del partido hizo una advertencia contundente: “Solo muerto” se perdería de ver ese encuentro en el que podía consumarse ese logro por el que tanto había hecho.
Conocedora de la voluntad de Borjas, su familia decidió encerrarlo en una casa y vigilarlo para evitar que se escapara. Pero en una distracción, uno de los guardianes improvisados no advirtió una ventana abierta y Tito marchó hacia Parque Rodó, “quizás buscando la vida o buscando la muerte”, como canta Silvio Rodríguez.
Ya en la cancha, Borjas vivió como uno más el choque ante Defensor. Sobre el final del primer tiempo, vio venir la conquista cuando Figueroa remató desde una posición inmejorable. Creyó que había sido gol y hasta lo gritó, pero la pelota se perdió desviada. Su corazón no pudo soportarlo.
Borjas se descompuso y abandonó el estadio en busca de atención médica, pero cayó desplomado en una esquina. Los esfuerzos por reanimarlo fueron inútiles. Con apenas 33 años, se moría un pedazo de la historia del fútbol uruguayo.
La noticia infausta llegó enseguida al estadio, pero el partido no se suspendió. Los futbolistas de Wanderers tuvieron que afrontar el segundo tiempo a sabiendas de la muerte de quien había sido su compañero y, aun en esas condiciones, consiguieron la victoria 1-0 que les dio el título.
“Parte de la prensa en ese momento aseguró que lo que le pasó tenía que ver con una vida desordenada. Pero el problema fue netamente cardíaco. Si se ven las imágenes de la época, Borjas tenía un físico impecable, sin un gramo de grasa”, apunta Paredes.
Los lectores del escritor Roberto Fontanarrosa tal vez hayan reconocido en la historia de Borjas unas cuantas coincidencias con uno de sus cuentos más famosos: “19 de diciembre de 1971″.
El protagonista de ese relato es también un enfermo cardíaco que por recomendación médica no debería asistir a un partido trascendental y que sin embargo termina en el estadio, en contra de las prohibiciones. El desenlace, en ambos casos, es similar.
El detalle de que la muerte de Borjas haya sido exactamente 40 años antes ya parece entrar en el terreno de lo mágico. De esa magia que Borjas regaló a montones en una vida demasiado corta.
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Ta buena la anécdota pero cuarto título? Mmm